Son artistas y crearon una empresa que hace prótesis estéticas hiperrealistas
Paula Jamsech y Noah Navarro son dos artistas plásticos que se cruzaron con un pedido que les cambió la vida. Cuando estudiaban efectos especiales, una mujer llamada Dulcinea se acercó a ellos y les solicitó una solución estética para su mano derecha de la cual le habían tenido que amputar tres dedos. Sin embargo, en ese entonces no tenían los materiales para hacer una prótesis de esas características, pero conservaron la idea y años después fue la primera que entregaron de forma gratuita en el marco de su emprendimiento Silskin.arg.
«Yo siempre estudié arte desde la secundaria e hice dos años de artes visuales en el IUNA. No terminé la carrera, pero fue un disparador y me especialicé en maquillaje hasta que empecé la carrera de efectos especiales. Allí conocí a Noah y cuando encontramos lo de las prótesis es como que englobaba todo lo que veníamos aprendiendo», contó Jamsech, de 26 años, en diálogo con LA NACION.
En el caso de ella también había trabajado haciendo simulaciones médicas de casos reales de heridas en silicona, mientras que Navarro, de 31, es escultor.
«Empezamos a probar materiales, pedimos voluntarios y, cuando vimos que había demanda y el emprendimiento podía ser algo serio, salimos con la marca y la cuenta de Instagram», agregó Navarro.
Dulcinea tuvo la primera prótesis que hicieron, pero hoy reciben unas 100 consultas mensuales sobre todo del Interior y países fronterizos como Uruguay y Paraguay.
«Empezamos a publicar y realmente había una necesidad de prótesis estéticas. Los fabricantes más cercanos están en México, Colombia y Brasil y sus prótesis son muy caras y la gente con más necesidad es muy humilde y, si es caro, se dejan de lado. Si tomamos los casos de amputación por ART en el país son 900 anuales más los que no están registrados. Hay mucha gente con malformaciones y después están las mujeres que se practican mastectomías. Hay más de 1500 al año y un porcentaje de esas pacientes termina perdiendo los pezones. Nuestras soluciones son prácticas y amigables y no interfieren con lo motriz. Son prótesis con pegamento hipoalergénico», explicó Jamsech
La idea del emprendimiento surgió en octubre de 2018, pero tomó más forma a principios de 2019 y Jamsech y Navarro se anotaron en el programa IncuBAte del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y quedaron seleccionados con otros 33 proyectos entre 500 postulantes. Les dieron asesoramiento y mentoría y ganaron un premio por el cual en marzo de este año recibirán una inversión de $450.000. Ese monto será destinado a la compra de maquinarias y la ampliación del taller y se suma a unos $100.000 que aportaron ellos mismos.
En 2019, vendieron 40 prótesis. Una prótesis de mano cuesta aproximadamente $12.000 y los kits por mastectomías salen $3000. «Trabajamos de forma personalizada, muy a la par de la persona por las medidas y los colores de piel y para entender cuál es su necesidad. La gran mayoría quiere pasar desapercibido y que la prótesis sea realista. Las prótesis estéticas no tienen una funcionalidad práctica, pero cumplen un función psicológica muy importante ya que a los pacientes les cambia la vida», contó Jamsech.
Y esta es la mayor motivación que tienen para seguir adelante. «Queremos alcanzar un grado de hiperrealismo alto. Es muy impactante lo que pasa con las personas una vez que tienen las prótesis. Es muy emocionante ver cómo le cambias la vida a alguien cuando le devolvés algo que perdió o resolvés una situación con la que la persona nació y vivió acomplejada. Es como que toda su vida gira en torno a eso y cuando no tienen más la preocupación, cambian en su actitud. A un chico le hicimos unas prótesis de orejas en silicona y, al tiempo, volvió al taller por más adhesivo, y vimos que se había rapado el pelo cuando antes siempre lo usaba largo para tapar las cicatrices que lo acomplejaban», concluyó Jamsech.